3.8.12

Venimos de San Juan del Progreso



San Juan del Progreso tan calmo cada mañana y cada noche -se escucha el ruido del viento-, pueblo árido en donde las milpas no dan ni un maíz y los manantiales han sido concesionados a Bonafont. Las tienditas están vacias y polvientas, no hay Waltmart en el pueblo. Mientras, en la gran ciudad la violencia extraeconómica se manifiesta en las calles; los periódicos coquetean con la muerte y al mismo tiempo con esa pornografía nauseabunda, el morbo se manifiesta -mientras aprueban la ley que atenta contra la soberanía alimentaria de nuestro país-.  Nos atacan perversamente con la música dopada de mensajes ordinarios-reaccionarios que fomenta roles, define masculinidades y formas de amor, telenovelas trágicas que remueven esa esperanza y que al final no la reavivan, y sólo nos ahogamos en ese mar enajenante que genera la resignación del  "así son las cosas". Gente, niños pidiendo dinero, buscando el "easy money" en la calle, en el metro niños estirando la mano por una sonrisa; y de pronto ya hay toda una economía subterránea, sádica, que profundiza la miseria; y ante esto: un pueblo sin respuesta.  




Esa violencia que espanta, aterra; sólo causa indiferencia en los presuntos espectadores -ajenos según ellos a esa realidad que les repite su cotidianidad- de una sociedad en decadencia, sociedad "apariencia"; mientras San Juan del Progreso no promete lo que tanto pregona, pueblo que expulsa hacia la Ciudad Nada.      

 

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