6.6.10

Bolívar Echeverría y la modernidad no capitalista

"La tentación de "cambiar el mundo" --"cambiar la vida"-- se introdujo primero en la dimensión política. A fines del siglo XVIII, cuando la modernización como Revolución Industrial apenas había comenzado, su presencia como actitud impugnadora del ancien régime era ya indiscutible; era el movimiento histórico de las "revoluciones burguesas". La Revolución vivida como una actividad que tiene su meta y su sentido en el progreso político absoluto: la cancelación del pasado nefasto y la fundación de un porvenir de justicia, abierto por completo a la imaginación Pronto, sin embargo, la tentación utopista fue expulsada de la dimensión política y debió refugiarse en el otro ámbito del progresismo absoluto, el de la potenciación de las capacidades de rendimiento de la vida productiva. Mientras pudo estar ahí, antes de que los estragos sociales de la industrialización capitalista la hicieran experimentar un nuevo rechazo, fue ella la que dotó de sentido a la figura puramente técnica de la modernización. El "espíritu de la utopía" comenzaría hacia finales del siglo XIX un nuevo -- ¿último?-- intento de tomar cuerpo en la orientación progresista del proceso de modernización; el intento cuyo fracaso vivimos actualmente.

Detectar en el campo de la teoría la posibilidad de una modernidad diferente de la que se ha impuesto hasta ahora, de una modernidad no capitalista. Lo hacen, primero, a partir del reconocimiento de un hecho: el estado de perenne inacabamiento que es propio de la significación de los entes históricos; y segundo, mediante un juego de conceptos que intenta desmontar teóricamente ese hecho y que, para ello, pensando que "todo lo que es real puede ser pensado también como siendo aún sólo posible" (Leibniz), hace una distinción entre la configuración o forma de presencia actual de una realidad histórica, que resulta de la adaptación de su necesidad de estar presente a las condiciones más o menos "coyunturales" para que así sea --y que es por tanto siempre substituíble-- y su esencia o forma de presencia "permanente", en la que su necesidad de estar presente se da de manera pura, como una potencia ambivalente que no deja de serlo durante todo el tiempo de su consolidación, por debajo de los efectos de apariencia más "definitiva" que tenga en ella su estar configurada. De acuerdo a esta suposición, la modernidad no sería "un proyecto inacabado"; sería, más bien, un conjunto de posibilidades exploradas y actualizadas sólo desde una perspectiva y en un solo sentido, y dispuesto a que lo aborden desde otro lado y lo iluminen con una luz diferente."


El malestar de la velociodad





El desenvolvimiento del tiempo en términos de las relaciones capitalistas de producción, es decir, la necesidad del capital a incrementar aquello que llama eficiencia. Conlleva a matar-anular el tiempo necesario para la reproducción de la vida en términos normales, así como eliminar el ocio de las personas, contraponiéndose con el bienestar de la colectividad. Provocando serios problemas en los distintos ámbitos de la vida de los hombres llegando a un momento en el que “¡Pensar que existe gente que tiene que confiar en otro para saber si está sentada!". Es la expresión máxima de la decadencia, explotación de la vida y desaparición de los ciclos naturales del cuerpo. "El cuerpo cansado es un cuerpo que se rebela, un cuerpo que ha hecho el paro y defiende su derecho natural a reposar. A través del agotamiento, el tiempo biológico intenta imponerle un compás distinto al hombre del tiempo frenético; le dice: Detente...”








4.6.10

Un poco de Reich y la revolución sexual


"Se debe tener en cuenta que los seres humanos de nuestra época tienen un miedo increíble precisamente a ese modo de vida que desean tan de veras pero que está en contradicción con su propia estructura. Es cierto que la resignación sexual de la cual es víctima la inmensa mayoría de los individuos significa indolencia, vacío vital, parálisis de toda iniciativa y actividad sana, o por el contrario, es la razón de excesos brutales y sádicos; pero, por otro lado, procura una tranquilidad relativa a la vida. Es como si la muerte se anticipa a las formas de vida; ¡ se vive muriendo! Los individuos prefieren esta muerte viviente cuando su estructura síquica es incapaz de dominar las incertidumbres y dificultades de una vida realmente viva".