14.7.10

Camina, camina de ida y vuelta y en espiral



Esa mujer y ese mundo que, como cauce en busca de sus ríos, pregunta: ¿Todavía está lejos nuestra casa?, ¿Está en el ayer o en el mañana?, ¿Está en ninguna parte nuestra casa?, Y respondo, ah niña mía, nuestra casa, no es la casa en que vivimos, sino la que contruimos. Camina, mi niña, es largo, largo, largo el camino. El camino es nuestra casa. Camina, mi niña.

2.7.10

Se da cuenta que tiene alas todavía

Recuerdo y placer


El nacimiento y la disolución del momento del amor están vinculados a la dialéctica del recuerdo y del deseo. El deseo y la evocación de los primeros deseos colmados (la no resistencia de los accesos) se refuerzan mutuamente. En el momento propiamente dicho, recuerdo y deseo coinciden. El momento del amor es un espacio-tiempo de lo auténticamente vivido, un presente donde se condesan el recuerdo pasado y el arco del deseo tendido hacia el porvenir. En la fase de ruptura el recuerdo prolonga el momento apasionante, pero el deseo decrece poco a poco. El presente se descompone, y el recuerdo se vuelve nostálgicamente hacia la felicidad pasada,, mientras que el deseo aprehende la desdicha por venir. El recuerdo lleva el fracaso del pasado reciente, y acaba por debilitar el deseo.

Inmóviles el uno en el otro, el placer nos trasporta.

El principio de placer debe gobernar nuestras vidas. Y si en esa busqueda nos econtramos con el displacer, tenemos que saber que éste es el fallo en el juego del deseo o la pasión, un displacer positivo dirigido tanto con mas pasión sobre otro placer por construir.