11.9.11

Llallagua


La mina de Llallagua es una cavidad de gran profundidad, la entrada y la salida a las entrañas de la tierra. Se extrae estaño de ese lugar, caliente, polvoroso, otras veces muy frío. Los cambios de temperatura acompañados del ruido que emite ese lugar hace pensar que el capitalismo puro existe ahí. "Llallawa" en Quechua es el nombre que dan los indígenas de los Andes a un espíritu benigno que trae abundancia en las cosechas de la papa, el producto más importante para su subsistencia. En los tiempos del Imperio Incaico los nativos de la región llamaron Llallagua a la montaña por su configuración parecida a la del tubérculo de la buena suerte.

Se obtiene mucha riqueza de la extracción del estaño, los mineros de este lugar son de los trabajadores mejor pagados en Bolivia, pero resulta que las condiciones de salud se ven deterioradas en lapsos de tiempo muy cortos desde que se inicia a laborar en la mina, esfuerzo y desgaste de la fuerza de trabajo en niveles de super explotación muy elevados, degradación de la percepción y sensoriedad afectadas por las máquinas utilizadas, el ruido, polvo, temperaturas que son soportadas durante horas de trabajo. La mina de Llallagua es administrada por los mismos mineros, tienen su pueblo y hasta una universidad que ellos han impulsado desde hace muchos años. Sin embargo, con la actividad minera llevada acabo ahí, su forma de administrar y la utilización de las fuerzas productivas empleadas en Llallagua podemos evidenciar que los niveles de explotación, y desdoblamiento del trabajo se ven sometido a ritmos agudos aún capitalistas, la mina es explotada por trabajadores pero no en términos de socialismo y mucho menos comunistas.

Lugar de abundancia que ofrece la Pachamama, generador de riqueza pero que con la producción capitalista se vive en deterioro, degradación, enfermedad. Esa es una más de las contradicciones que el pueblo de Bolivia tendrá que resolver.

1.9.11

Respirando



Una barita mágica, resina con aceites vegetales que al encenderla desprende un rico aroma que penetra al espíritu, y llena de calma, relajación total que se acompaña de una respiración marcada y suave. Hace mucho que conozco el incienso, pero fue a partir de estar con él que mi gusto por esas baritas se convirtió en fascinación. Al arder el incienso desprende un humo fragante que cura desde el inicio hasta que se consume, el incienso representa el deseo, la llama y su consumación la sublimación de ese deseo. La asociación de ese efecto mágico que de por si tiene la barita conjuntada con su recuerdo, hacen de estos momentos, momentos nostálgicos. Reafirmando las necesidades, los gustos y las emociones.