6.10.11

También yo amé una comunista


Mis costumbres cambiaron: dejé mi auto

y comencé a usar el Sistema de transporte Colectivo

en todas sus modalidades.

Dejé de llevarle flores porque, decía,

esa era una actitud “pequeñoburguesa”

(pero estoy ahorrando, le contestaba).

Era una muchacha radical en muchos sentidos:

odiaba hasta el extremo,

se sentaba en la orilla izquierda de la mesa

la tenía que abrazar con la siniestra

porque con el brazo derecho no le gustaba.

le atraía el color rojo

y en sus hamburguesas y hot dogs siempre brillaba

la salsa catsup

me incitaba a la militancia, quería vencer mis miedos

y hacerme radical.

Pero la muy canija colectivizó su cuerpo:

camaradas y más camaradas (aunque también algunos compañeros),

Compartieron conmigo su tersura,

sus amplias nalgas, su cintura, su circuito interior

y algunas otras zonas que irrigaba frecuentemente

con el sudor de mi cuerpo.

Recordé a Zapata:”la tierra es de quien la trabaja”,

y la mujer ¿por qué no?

quise acabar con esa forma de pertenencia,

con esa grotesca situación de tiempo de tiempo compartido.

Pero ella era radical y se ofreció de lleno

para el goce del proletariado

al grito de “Arriba Marx, cabrones”.


Arturo Trejo Villafuerte

No hay comentarios:

Publicar un comentario