Vivir y pensar que todo es un ir y venir y que nada está acabado, y que casi todo lo visto y vivido hasta ahora tiene que ser transformado, desestructurado, revolucionado, es una forma que no encaja con la racionalidad capitalista. El corazón y el cuerpo a veces sufren por que todo se nos aparece con un doble sentido: símbolos, actitudes, emociones, y generar formas alternativas, vitales de vivencia y exprimentación puede resultar complejo, pero a caso ¿tenemos otra alternativa?
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