12.6.11

Martina


Se pensaba que después de la última vez que la vieron, había desaparecido de Santa Rosa, y vaya sorpresa fue volver a verla y verla por primera vez. La emoción de sentir la presencia de lo querido, de aquello que sigue siendo tan significante aunque haya pasado tanto tiempo, la pregunta de ¿por qué Martina alegró no sólo el corazón de aquellos que la vieron hace mucho tiempo sino también del mío aunque no la conocía? fue muy fácil de responder. Una vez que empezamos a caminar acompañados no solo de un sol radiante, una vereda polvorienta, muchos árboles sino también de una perrita tan simpática. Martina, con ojos muy brillantes, siendo amiga todo el tiempo, dando y pidiendo en el recorrido. De ida y vuelta su presencia fue emotiva, jugaba sola, saltaba, se dio un chapuzón en el lago, buscaba caricias. Encontró un hueso y a cada paso que dábamos ella se adelantaba cuatro para así poder con calma roerlo, la alcanzábamos y de nuevo ella emprendía la delantera. Así fue el regreso, hasta que llegamos en donde vivía, seguimos caminando, miramos hacia atrás y Martina ya no nos seguía, no fue como la última vez que los siguió hasta bien avanzada la carretera de vuelta a Guanajuato. Esta vez, sólo caminamos con ella lo que teníamos que avanzar, sin afanarse. Lo caminado con Martina estuvo bueno, contentos, acercándonos, rompiendo la distancia, creando cercanía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario