12.1.11

I Ching


Es propicio cruzar las grandes aguas



La espera no es una esperanza vana. Su certeza da la luz que conduce a alcanzar el fin, y esto a su vez a la perseverancia que acarrea la buena fortuna y confiere la fuerza para cruzar las grandes aguas. Estás frente al peligro y debes sobreponerte. Ni la debilidad y ni impaciencia pueden ayudarte. Sólo el hombre fuerte puede encarar su destino, porque su seguridad interior le permite resistir hasta el final. Esta fuerza se te revelará bajo la forma de una sinceridad inflexible hacia ti mismo. Sólo hasta que tienes el valor de encarar las cosas tal cual son, sin ilusiones ni desencantos, es que una luz surge de la realidad y te permite reconocer el camino de la realización. A este reconocimiento deberán corresponder acciones resueltas y perseverantes. Porque sólo el hombre que enfrenta su destino con resolución es capaz de tomar su devenir en mano: entonces podrá cruzar las grandes aguas, y será capaz de tomar las decisiones necesarias y sobreponerse al peligro.

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